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Las campañas por la libertad de los presos políticos

Miércoles 13 de abril de 2016, por Comité Cerezo México

Leonel Rivero / 12 abril 2016

El llamado que hizo la comandanta Nestora Salgado, a las organizaciones sociales y sociedad civil al salir del penal de Tepepan, para emprender una campaña nacional e internacional por la libertad de los presos políticos, invariablemente conduce a formular varias interrogantes:

¿Por qué algunas campañas al paso del tiempo lograron ser exitosas y otras nunca pudieron consolidarse?, ¿por qué aún y cuando la exigencia de libertad de los presos es indiscutible, no se consiguió el apoyo masivo de la gente?, ¿por qué organizaciones sociales con gran capacidad de convocatoria a la movilización no consiguen obtener la libertad de sus militantes?

En lo últimos diez años Defensa Estratégica en Derechos Humanos ha estado involucrada en varios casos emblemáticos de presos políticos -activistas de San Salvador Atenco, y los luchadores sociales Francisco Jiménez Pablo, Alberto Patishtán y Nestora Salgado- que con el paso de los años obtuvieron su libertad a partir de la construcción y consolidación de campañas exitosas.

El resultado de estos triunfos no puede ser atribuible a una determinada persona, sino a las organizaciones nacionales e internacionales y a las miles de voluntades que se sumaron a la exigencia de libertad, a través de la construcción de campañas, que tuvieron varios ejes rectores.

Por su importancia destacaron la visibilización de varios elementos. Por ejemplo, los abogados no sólo encabezaron la defensa legal en los tribunales, sino también, diseñaron la estrategia jurídica, sus tiempos de implementación, -interposición de recursos legales, visibilización del trabajo judicial, amicus curiae, etcétera-; las organizaciones sociales, tuvieron a su cargo las movilizaciones, las acciones de protesta nacionales e internacionales, la interlocución política; el equipo de comunicación organizó conferencias de prensa, foros en universidades, alentó la elaboración de artículos de opinión, diseñó e impulsó campañas de difusión masiva que le dieron rostro a los presos, ¿quiénes eran –estudiantes, campesinos, profesores, activistas-?, ¿por qué luchaban?, ¿por qué razón estaban presos? ¿cuáles eran sus planes de vida?, etcétera; los diseñadores gráficos elaboraron cartelones y toda clase de publicidad; y los expertos en el manejo de redes sociales, crearon páginas y en más de una ocasión lograron posicionar el caso como trending topic (tema del momento).

En momentos estratégicos se incorporaron a la campaña las voces de personajes públicos -articulistas, líderes sociales y religiosos, premios nobel, artistas, etcétera, que lograron dar un impulso sustantivo a las campañas.

Un elemento primordial que logró consolidar el equipo multidisciplinario, fue superar la falsa concepción que sólo la lucha social es el medio para lograr la libertad de los presos; las organizaciones que conformaron la campaña reconocieron el valor estratégico de cada uno de los actores, logrando una sinergia que determinó, de acuerdo con el momento, que actividad –política, jurídica o mediática- tenía prevalencia sobre las demás.

La sinergia también permitió diseñar una estrategia de control de daños, que posibilitó enfrentar uno o más escenarios adversos.

Otra cuestión esencial de las campañas fue desterrar el discurso derrotista, por ejemplo, la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de no considerar responsable a Peña Nieto y otros funcionarios de primer nivel como autores de las graves violaciones a los derechos humanos en el caso Atenco, no fue asumida como una derrota jurídica o política; tampoco fue asumido como un fracaso jurídico la decisión de la Primera Sala de la Suprema Corte de no reasumir su competencia en el incidente de reconocimiento de inocencia interpuesto por los defensores legales en el caso del profesor Alberto Patishtán. La respuesta de las campañas ante esas decisiones judiciales fue incrementar las acciones partiendo del premisa que se podían perder varios combates, pero no la batalla final.

Finalmente las campañas fueron pensadas como acciones de mediano y largo plazo, con la conciencia plena que la libertad de los presos no sería una cuestión de semanas o meses sino una lucha que se prolongaría por un periodo extenso de tiempo y que por lo mismo las campañas tendrían sus altibajos, por lo que uno de los retos fue que los casos permanecieran en el imaginario colectivo.

Es importante mencionar que todas las campañas tuvieron momentos de tensión, discusiones ríspidas sobre determinadas acciones, sin embargo, todas las vicisitudes lograron superarse al existir la claridad sobre el objetivo común.

La comparación de los ejemplos exitosos con los casos que no han conseguido consolidar una campaña, nos lleva a considerar que es necesario replantear la estrategia incorporando nuevos ejes rectores, por ejemplo, sustentar la campaña en la figura y voz de los expresos políticos, aprovechar su calidad moral y su poder de convocatoria, ellos más que nadie, pueden compartir con la sociedad sus experiencias personales, para evidenciar el grado de represión a que se vieron sometidos durante su encierro, las vejaciones que sufrieron en las cárceles de alta seguridad y cómo el apoyo de las organizaciones sociales y de la gente les permitió fortalecer su convicción sobre legitimidad de sus acciones y la confianza de que la suma de esfuerzos lograría su libertad.

Es evidente que aún queda mucho camino por recorrer, pero también resulta claro que no pueden descartarse a priori algunos de los elementos que sirvieron como base para el diseño e implementación de las campañas exitosas.

COMPORTAMIENTO JUDICIAL

Continuando con el análisis de la conducta judicial, como una herramienta útil para el abogado que litiga casos de alto impacto social, en esta ocasión abordaremos el enfoque actitudinal.

Ventajas. Al igual que el enfoque legal, la jurisprudencia es una posible meta y no sólo una limitante en la actuación del juez, ya que la independencia judicial le permite actuar discrecionalmente, por lo que pueden implementar sus preferencias personales de política de tal forma que si la composición de la Corte Suprema es de un perfil liberal, el desarrollo y protección de ciertos derechos humanos de algunas minorías se verá beneficiado, de igual forma la política pública con fuerte orientación social podrá obtener un fuerte respaldo.

Dicho en otros términos, el entramado institucional en el que actúa el juez, le permite a diferencia de otros tomadores de decisiones, buscar la promoción de sus objetivos de política pública, sin, por ejemplo, tener que recurrir a estrategias de cabildeo o alianzas políticas con otros actores sociales.

Desventajas. Dentro de su propia fortaleza paradójicamente se encuentra su debilidad, ya que la forma en que está articulada la institución dentro de la que opera el juez, representa una ventaja para el juzgador que decide de manera personal. Sin embargo en el caso de los cuerpos colegiados Tribunales Constitucionales o Cortes Supremas es una desventaja, ya que para conseguir un objetivo en política pública el juez tiene que recurrir a la construcción de consensos o a la formación de alianzas estratégicas.

Las preferencias de los jueces sólo se ven reflejadas en materia de política pública, dado que en cuestiones en las que está en juego el dilucidar un derecho de un particular, su actuación se apegará más al enfoque legal.

De igual forma si la composición de la Corte Suprema o el Tribunal Constitucional es de tipo conservador, el riesgo de retroceso o estancamiento de ciertos derechos políticos o sociales siempre estará latente.


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