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Simitrio: la prisión como escarmiento

Jueves 29 de junio de 2017, por Comité Cerezo México

El informe sobre la represión integrado por el Comité Cerezo, ubica a Puebla como el estado donde se acumulan más ataques y agresiones contra dirigentes sociales y defensores de derechos humanos de todo el país entre junio de 2014 y mayo de 2015 aunque no se contabilizó la detención de Fernando Alonso, otro de los líderes de “la 28”, ni la apertura de 26 averiguaciones previas contra Rita Amador, la esposa de Simitrio que ha encabezado las movilizaciones por su libertad.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA , 29 JUNIO, 2017 REPORTAJE ESPECIAL

Rubén Sarabia Sánchez, conocido como Simitrio, es un dirigente social poblano que en los años setenta fundó la Unión de Vendedores Ambulantes “28 de Octubre”, en Puebla. Actualmente en prisión domiciliaria, él, su familia y la organización, han sido objeto de numerosas agresiones, encarcelamientos, torturas, levantones y asesinatos, el más reciente ocurrido hoy, cuando un comando mató a su hija, Meztli Sarabia, en las oficinas de la organización. A continuación, se reproduce su historia, publicada en este sitio web el 21 de octubre de 2015.

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hay días en que la turba beligerante irrumpe barriendo con hombres, mujeres y niños en ese colorido anárquico, profusión de productos varios, que es el Mercado Hidalgo. Avanzan desperdigándolo todo, dando de palos. Hay otros días en que los gases lacrimógenos y el olor de la pólvora, ingresan furiosos con las formaciones policiacas, mezclándose con esencias de verdura, carne y herbolaria.

Las redadas policiales o el ataque de pandilleros con mando incierto pueden repetirse como sucede desde hace un año, y desde que el dirigente, Rubén Sarabia Sánchez, está preso. En los últimos 20 años, la prisión se volvió lugar conocido para unas 30 familias de comerciantes que, sin embargo, corrieron mejor suerte que sus tres compañeros asesinados en el mismo lapso, así que de golpizas y cárcel saben.

Un hombre corpulento, mandil blanco percutido de sangre, se declara listo para marchar a la Ciudad de México, y dejar encargada su carnicería el 22 diciembre, día de ventas mayores, fecha esperada durante los últimos meses de 2014. Van a denunciar en la secretaría de Gobernación que el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, es un represor que fabricó cargos contra su líder, un hombre de 59 años que ha pasado una cuarta parte de su vida en prisión y a quien también conocen como “Simitrio Tzompasquelli Tzila”.

La gente del Mercado Hidalgo delibera. Las ventas de diciembre son su esperanza anual y saben que la detención de sus dirigentes puede ser un cálculo que supone su indisposición para la protesta. Aun así, la decisión está tomada.

Simitrio fue apresado la mañana del 19 de diciembre y Rita Amador, su esposa, se colocó al frente de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes “28 de octubre”. Es ella quien preside la concentración, pormenoriza la bitácora de males y convoca a la marcha.

Dos semanas antes, el 28 de noviembre de 2014, el domicilio de Atl Rubén Sarabia Reyna, uno de los hijos de Simitrio, fue cateado porque supuestamente, en la vivienda, había drogas. Ahí detuvieron a Atl, a su hermana Claudia Alejandra López, a la madre de ambos, Irma Reyna Martínez, y a otro familiar, Juan Pablo Arroyo. Se los llevaron y durante horas les insistieron en acusar a Atl y a su hermano Xihuel, de narcomenudistas. No lo lograron y todos recuperaron su libertad denunciando que, entre las pertenencias que les decomisaron los policías les sembraron bolsitas con droga.

El Mercado Hidalgo es ambiente festivo, voces que ofertan, sobreposiciones musicales que compiten por hacerse escuchar, planchas incandescentes que regurgitan vahos de maíz y de salsas… como cualquier mercado mexicano, en invocación material de una tradición milenaria, pero por más prehispánico que a veces se vea, no es tianguis convencional: junto a letreros de ofertas lucen carteles que acusan el mal gobierno; hay letreros de identidad comercial cubiertos por lonas que piden libertad a los presos políticos; y, si el persistente mensaje es de libertad para Simitrio, también hay espacio para exigir justicia por los 43 de Ayotzinapa.

Ahí, hombres y mujeres oferentes de ideología maoísta –”columna vertebral” del movimiento social poblano según el Tribunal Permanente de los Pueblos–, acuerdan marchar por Simitrio, un hombre al que mantienen su lealtad a pesar de que lleva encima tres décadas de prisión y pesquisas judiciales.

Ya en la Ciudad de México, en Bucareli y Reforma no los esperan los colectivos que regularmente los esperarían para solidarizarse, porque están mermados por las redadas policiales de las semanas previas o bien, porque esta vez han delimitado sus acciones a sus propias causas o porque aun el movimiento social sucumbe a las fiestas navideñas.

El 22 de diciembre de 2014, el contingente fija una postura frente a las vallas metálicas y los contingentes de granaderos que resguardan las inmediaciones de la secretaría de Gobernación. Luego salen rumbo al Ángel de la Independencia. No esperan que hasta ese lugar llegue la policía poblana para detener con violencia, rompiendo los vidrios de sus vehículos, a Atl Rubén y a su hermano Tonatiuh, los hijos de Simitrio.

Golpeado, Tonatiuh queda libre momentos después, pero Atl va preso al penal de San Miguel, de Puebla, donde no lo esperaba su padre.

Prolongada aflicción

Cosas de la reclusión. Una celda de visita conyugal, una ventana cubierta con placa metálica, puerta de cinco cerrojos que se anteponen entre el interno y la población penitenciaria; las llaves las tiene el director del penal, ningún custodio. Cuando las acciones judiciales o la movilización popular amenacen la imagen institucional, habrá visita familiar y consulta con abogados pero condicionada a la presencia de un celador que tomará nota de cada palabra, gesto o lamento de locutorio. La consecuencia de los lamentos, marchas o denuncias, se verá en los alimentos sazonados con cucarachas y gusanos.

Hay veces que el viento brama, se oye el crepitar de la lluvia o la onda expansiva del trueno, y hay otras en que el silencio de los elementos naturales es absoluto, se capta por otros sentidos.Olor a cemento mojado; sudoración pegajosa por la humedad de los muros pringosos; dolencias reumáticas que alimentan la esperanza en la llegada de la primavera. En cuatro años y ocho meses, la vista es don cancelado, la luz del sol y el firmamento nocturno son recuerdo deforme.

Esa reclusión “se traduce en una aflicción de ánimo; en una especie de tortura”, diagnosticó la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al documentar las condiciones carcelarias de Rubén Sarabia Sánchez, en la Recomendación 7/91, dirigida enmarzo de 1991 al entonces gobernador de Puebla, Mariano Piña Olaya, quien la rechazó.

La aflicción inició el 4 de julio de 1989, al salir de una clínica de la colonia Roma, en el Distrito Federal, cuando unos 30 policías poblanos lo detuvieron sin orden judicial. En los tres días que siguieron, fue trasladado a Puebla y regresado a la capital, con los ojos vendados, sometido a torturas físicas y psicológicas. Hasta el 7 de junio de 1989 fue a parar al penal de San Miguel, en Puebla, donde fue recluido en la celda de la visita conyugal número 2. Ahí se enteró de que había seis procesos contra él por delitos del fuero común y dos del fuero federal. Estuvo en esa prisión hasta el 10 de diciembre de 1993 cuando iniciaron los traslados sin previo aviso a penales federales.

Primero fue al Módulo 1 del penal de Puente Grande, en Jalisco, donde tenía por compañía a los líderes de grupos criminales. Se le prohibió cantar y silbar para matar el tiempo. Por quejarse de la comida condimentada con insectos, lo enviaron al Módulo 4, donde habitan, desquiciados, los farmacodependientes en angustiante malilla.

Cuatro años después de su llegada, lo mandaron a Almoloya, a pasar más tiempo en el penal del Altiplano. Fue el 27 de octubre de 1997. Ahí lo mantuvieron hasta el 11 de abril de 2001, cuando fue excarcelado bajo un acuerdo judicial de destierro y sujeción: debía firmar dos veces por semana, en el penal de Neza-Bordo, durante 13 años nueve meses; se le impuso como domicilio el Distrito Federal de donde no debía ausentarse sin autorización previa, por lo tanto, no podía regresar a Puebla, pues de incumplir, se revocaría su libertad.

A 25 años de su detención, el 28 de octubre de 2011, regresó a Puebla y asumió el liderazgo de la organización que había ayudado a crear en los años setenta. Seguiría firmando dos veces por semana, hasta febrero de 2015, pero dos meses antes de conseguir su libertad plena, el 16 de diciembre de 2014, fue detenido y encarcelado, para cumplir una sentencia que se extiende más allá del año 2050.

Herencia de represiones

Rafael Moreno Valle es nombre de investigación histórica y actualidad noticiosa. Dos gobernadores con el mismo nombre, una generación entre ellos, idénticos reclamos.

Hombre del sistema, próximo al presidente Gustavo Díaz Ordaz, de quien fue secretario de Salubridad, el general Rafael Moreno Valle, asumió la gubernatura de Puebla en febrero de 1969. A 15 días de tomar posesión, el Excélsior de Julio Scherer, por conducto de su corresponsal, Manuel Sánchez Pontón, daba cuenta de la primera represión morenovallista: la masacre de 18 campesinos en Huehuetlán.

El 14 de septiembre de ese mismo 1969, fue asesinado el industrial textilero, José Luis Zahuita Mercado. El 28 de enero de 1970, alrededor de 30 campesinos fueron masacrados en Monte de Chila, Xicotepec. El 8 de julio de ese año, el periodista Sánchez Potón, también director del diario local La Opinión, fue víctima de un atentado. En medio de los escándalos por sus represiones, Moreno Valle, dejó el cargo en 1972.

En 1973, una masacre estudiantil cobró cuatro víctimas el 1 de mayo, cuando estudiantes intentaban protestar en el desfile oficial del Día del Trabajo y fueron acribillados. En esos hechos murieron Alfonso Calderón Moreno, Enrique González Romano, Manuel Medina Cuevas y, Norberto Suárez Lara. El 4 de mayo siguiente, fue asesinado también Gilberto Suárez Ávila. Las acusaciones recaían sobre el gobernador Gonzalo Bautista O´Farril, quien sustituyó a Moreno Valle en el cargo y que una semana después de la matanza estudiantil, renunció.

Rubén Sarabia, era un universitario que participaba en el movimiento de reforma a la casa de estudios. Su formación política tenía origen familiar, pues su padre y otros parientes participaron en el movimiento ferrocarrilero.

Ese violento 1973, registró la limpia del centro de la ciudad de Puebla. Agentes armados y maquinaria, arrasaron con vendedores ubicados en el sector conocido como La Victoria, lo incendiaron todo. El número de víctimas quedó indeterminado, aunque suele mencionarse al menos la muerte de un recién nacido y de un anciano.

Fue así como surgió la Unión Popular de Vendedores Ambulantes “28 de octubre”, que dejaron de ser ambulantes para ubicarse en el Mercado Hidalgo en la avenida Héroe de Nacozari. Años después, Rubén Sarabia se convertiría en líder de la organización que extendió su influencia a siete mercados, organizaciones de colonos desahuciados y transportistas, hasta que en 1989, incómodo al gobernador Mariano Piña Olaya, fue encarcelado.

En 1960, una película llamada “Simitrio” contaba la historia de un pequeño con ese nombre que debió ausentarse de la escuela donde sus compañeros, haciéndose pasar por él, jugaron crueles bromas a un maestro invidente. La película fue muy popular y, en 1977, un grupo de universitarios detenidos durante una protesta, chacoteando tras las rejas, hallaron un parecido físico en su compañero de celda Rubén Sarabia y el niño de la película.

Con ese apodo, el líder de “la 28” es conocido hasta ahora que volvió a caer preso, por una aparente suplantación de su identidad, luego de marchar y denunciar la política represiva del segundo gobernador Rafael Moreno Valle, a quien se le apoda “el Gober Bala”.

Los tiempos del “Gober Bala”

A 25 años de prisión y exilio, Simitrio volvió a Puebla en 2011 para conmemorar el nacimiento de la organización. En el Zócalo de la ciudad, ante 5 mil personas que acudieron arecibirlo, cuestionó la “guerra” contra el narco de Felipe Calderón, de la que se vale el Estado, dijo, para reprimir movimientos sociales.

Con el paso de los meses, la situación tomó precisamente ese cauce. En febrero de 2014, el entonces secretario de Gobierno de Puebla, Luis Maldonado Venegas, dijo que el 80% de la droga que se vende en la ciudad sale del Mercado Hidalgo y, de acuerdo al testimonio rendido por Simitrio al Tribunal Permanente de los Pueblos, fue Maldonado quien le anunció que había averiguaciones previas contra sus hijos por narco. En la misma conversación, Maldonado dijo que el gobierno estatal exigía “subordinación absoluta”.

El 19 de diciembre de 2014, Simitrio fue detenido cuando acudía a una reunión en el ayuntamiento de Puebla. El encarcelamiento se fundó en una supuesta denuncia por despojo de tierras, en Tlaxcala, donde el querellante ya había admitido que no se trataba de la misma persona. No obstante, la justicia poblana “coligió” que tuvo mala conducta y revirtió su libertad condicional a dos meses de que obtuviera su libertad plena.

Entre otras acciones previas a la detención de Simitrio, emprendidas por el gobierno de Moreno Valle, los comerciantes ubicados en los Fuertes de Loreto y Guadalupe, fueron desalojados el 2 de abril de 2014 a pesar de pagar 4 mil pesos mensuales de renta al gobierno. Fue Atl Sarabia quien denunció los hechos. Su padre, dijo entonces, que la idea del mandatario era que se instalaran ahí franquicias internacionales. Para entonces, Simitrio empezó a denunciar vigilancia policiaca y militar en el Mercado Hidalgo.

Inconexos, los diferentes movimientos sociales poblanos resentían la mano dura del gobernador: decidió eliminar el sistema de mototaxis y en el intento se desataron enfrentamientos entre policías y conductores; efectuó el despido masivo de los trabajadores del Hospital del Niño Poblano para construir otro; la prisión para dirigentes indígenas y campesinos que se oponen al energético Proyecto Integral Morelos. Se acumularon los asesinatos de dos líderes indígenas de la Sierra Norte, que se oponen a termoeléctricas y compañías mineras; el asesinato del niño José Luis Tehuatlie, en Chalchihuapan, durante un operativo policiaco; los desalojos y la prisión a cuatro dirigentes que se oponen a un proyecto turístico, el parque intermunicipal, en Cholula. Encabezada por Simitrio, a través de 2014, “la 28”, fue la organización que tuvo los contingentes más nutridos en las diferentes marchas contra la represión que se realizaron en Puebla.

El informe sobre la represión integrado por el Comité Cerezo, ubica a Puebla como el estado donde se acumulan más ataques y agresiones contra dirigentes sociales y defensores de derechos humanos de todo el país entre junio de 2014 y mayo de 2015 aunque no se contabilizó la detención de Fernando Alonso, otro de los líderes de “la 28”, ni la apertura de 26 averiguaciones previas contra Rita Amador, la esposa de Simitrio que ha encabezado las movilizaciones por su libertad.

Desde el 20 de septiembre, hay un plantón por tiempo indefinido en el Zócalo de Puebla. A finales de agosto, los dirigentes de “la 28”, informaron que Simitrio estaba mal de salud y que las autoridades penitenciarias le negaban atención médica. En diez meses, desde aquella reunión de diciembre, registran el desalojo de diez zonas de venta, ataques en el mercado Zaragoza, varias golpizas a los vendedores de los fuertes de Loreto y Guadalupe, el encarcelamiento de Fernando Alonso.

Lo previó Simitrio en abril de 2014:

“Esto no es casual. En el país hay una situación de guerra y el gobierno se vale de eso para reprimir en distintos niveles y generar un ambiente de disuasión por miedo”.


Ver en línea : Simitrio: la prisión como escarmiento

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