A mis PADRES, HIJOS, HERMANOS, MUJER, FAMILIA, AMIGAS, AMIGOS, CAMARADAS...
Gracias por su apoyo y convicción para este rebelde por convicción. Estén seguros y convencidos que estoy aquí por cumplir un deseo: el de ser libre de conciencia y luchador social por convicción, no por conveniencia. Porque así soy y ustedes me conocen más que nadie. Gracias por su apoyo, gracias por su amistad.
A mis COMPAÑEROS MAESTROS...
La lucha sigue, compañeros. Que nada los detenga. Ahora más que nunca debemos demostrarle al pueblo que la lucha no es sólo nuestra; que la lucha es de todos, que su apoyo será recompensado con un mejor mañana, una mejor educación al alcance de todos y un mejor futuro para nuestros hijos.
No desmayes, compañero, demuestra que estás preparado para educar a la niñez de México, pero también que eres fuerte para reclamar tus derechos y los del pueblo; que eres más que uno, que no basta una detención para parar nuestra lucha.
No te quiebres. No te doblegues. Yo estoy acá, pero estoy vivo y mientras viva soy sección 22. Me atarán las manos, me vendarán los ojos, encerrarán mi cuerpo, pero jamás mis ideales, jamás mi conciencia, porque ésta es de lucha, y la lucha está acá afuera y está contigo, maestro.
¡Hasta la victoria siempre!
¡Duro y adelante, compañeros!
¡Que la sección 22 muera el día en que muera el sol!
Al GOBIERNO MEXICANO…
Soy un maestro, no un delincuente.
Yo educo a la juventud de mi país, no le robo a nadie. Protejo el derecho del pueblo, no los intereses de unos cuantos.
Si este es el precio y la voluntad de Dios, que así sea. Pero los ideales no se compran ni se venden. La lucha del pueblo sigue porque el deseo no es sólo mío; el deseo es del pueblo.
Equivocado estarás hasta el final porque encerraste un cuerpo, ataste un par de manos, vendaste sólo dos ojos, pero jamás desaparecerás los ideales.
Y no, no estoy preso, porque mi conciencia se quedó en la lucha, en cada uno de mis compañeros, y eso basta para buscar la victoria. Un pueblo inconforme es un río que se desborda, y tú creíste que ese río lo controlaba un hombre, no es cierto, el pueblo luchará.
¡Hasta la victoria siempre!
RUBÉN NÚÑEZ GINEZ, desde el penal de Hermosillo, Sonora